Por Javier Alvarado, especial para El Pique Newspaper, Fresno, Central Valley
Todos los días podemos ver, leer y escuchar en los medios de comunicación o en nuestras familias que determinadas personas han sufrido algún tipo de maltrato sea este intelectual, emocional y psicológico provocado por temores, desconocimiento y rechazo.
Claramente podemos apreciar que en estos casos las personas han sufrido un tipo de discriminación, son víctimas del desprecio por pertenecer a un determinado grupo de personas o simplemente causada porque unos se sienten superiores a otros.
Todos los días podemos ver, leer y escuchar en los medios de comunicación o en nuestras familias que determinadas personas han sufrido algún tipo de maltrato sea este intelectual, emocional y psicológico provocado por temores, desconocimiento y rechazo.
Claramente podemos apreciar que en estos casos las personas han sufrido un tipo de discriminación, son víctimas del desprecio por pertenecer a un determinado grupo de personas o simplemente causada porque unos se sienten superiores a otros.
A nivel de los escolares lo conocemos como el acoso o la discriminación o bullying o como lo queramos llamar, lo cierto es que está metido en todas las instituciones públicas y privadas y en las personas. Tenemos que ser claros en reconocer que igualmente se trata de discriminación, racismo o xenofobia.
En pocas palabras, son conductas agresivas que dañan ya sea psicológica o físicamente, dañan también la integridad y dignidad de una persona o un grupo de personas.
La mayoría de los casos de discriminación escolar no son denunciados, simplemente se consideran como un trato desigual por nuestra condición o procedencia. Por ejemplo, en México lo padecen principalmente los escolares indígenas y los inmigrantes, especialmente los indocumentados.
En esta oportunidad queremos reflexionar acerca de las causas y el origen de esta terrible enfermedad en los escolares y en jóvenes que los hace creerse superiores a otros, por distintas condiciones sociales, económicas, físicas, religiosas y especialmente por el color de la piel.
Para el psicólogo Rubén Toro del Centro Psicológico Integra T, es importante conocer como fue el entorno del agresor, como fue su familia, como fue su desarrollo social, para entender los principales motivos que causan este tipo de violencia.
Refiere en sus estudios que el 90 % de agresores son varones, que provienen de una familia disfuncional, donde el afecto no ha existido, el padre es un agresivo o está ausente, es poco comunicativo y por otro lado la madre ha sido violentada, es sumisa o trabaja todo el día y está fuera de casa. La propia persona que agrede ha sido víctima de agresión.
DISCRIMINACIÓN ESCOLAR
En las escuelas podemos ver que todas las personas hemos sido víctimas de discriminación, ya sea en pequeña medida o en gran medida. Algunas veces es pasajera y en otras es enfermiza.
Podemos darnos cuenta que las agresiones son físicas, que son golpes, empujones o jalones y que nos lastiman. También es conocido que existen agresiones verbales frente a frente, a través de vídeos, de comentarios o cosas que te hacen llegar, tal vez se piense que no es discriminación porque no te están haciendo nada.
En la realidad escolar, también podemos ver que se excluyen a las personas por su color, estatura o condición social, se le ignora, no le incluyes en tu grupo de actividades; si alguna persona trata de iniciar una amistad o algo no se le permite y rechaza sin ninguna razón, a eso también se le conoce como discriminación o exclusión.
LAS CAUSAS
El actuar de los jóvenes, como manifiesta el psicólogo Rubén Toro, lo aprendieron en el entorno familiar; en el caso de quienes son agresores o discriminan son personas que tuvieron un pasado o que están pasando por una situación de injusticia, lo que les provoca ira en ellos mismos y se molestan mucho con la situación que les pasa.
Este tipo de personas tiene ganas de querer sacar esa injusticia, de botar todo aquello que los está lastimando ya sea de personas ajenas o de otra situación que le causa algún conflicto. La mejor manera de expresarlo es haciendo sentir mal a otros.
Este tipo de conductas son provocadas cuando en casa los padres se agreden ellos mismos, alguno de los dos es alcohólico, hay violencia interfamiliar o cualquier otro problema en la familia; este niño o niña va a la escuela y entonces exterioriza sus problemas de casa agrediendo a otros niños, reflejando las conductas que sus padres tienen en casa. Siempre buscan hacer sentir menos y débiles a otros.
El racismo, la discriminación o xenofobia también suele ser causada por un tipo de ideología o pensamiento, creencia o conducta que se tiene muy arraigada en las familias y que defienden mucho. Las personas se olvidan del respeto y la tolerancia, imponen su pensamiento como algo correcto. No se acepta que otra persona piense diferente, lo que no quiere decir que esté mal y que merezca ser discriminada, simplemente son diferencias de opiniones.
Otra de las causas que hace que los jóvenes discriminen a otros, es el miedo que a veces nos hace actuar sin pensarlo; por lo general cuando dejamos de ser el centro de la atención de otros escolares porque llegó una persona con mejores cualidades, empezamos a luchar para no perder la atención y el cariño de los demás buscando algún defecto o alguna debilidad para que esa persona no me quite mi lugar.
Esta situación es el reflejo de falta de autoestima, la persona no se siente amada y valorada por sus padres o las personas más cercanas, por eso busca forzadamente esta necesidad de estar rodeado de gente que lo haga sentir el centro de atención, porque al llegar otra persona nueva se siente amenazada de perder su lugar.
CONSECUENCIAS
Es bueno recordar que las personas que sufren o han sufrido discriminación también son víctimas de sí mismo e influyen en sus hijos, quienes en muchas ocasiones no son capaces de auto defenderse.
Una persona que sufre discriminación, no se defiende y no hace nada porque es una persona insegura, es una persona que se deja maltratar por otros, es una persona que no tiene amor propio, que no se quiere. Esto no significa que la tengamos que dejar abandonada y sola, sino por el contrario podemos ayudarla a salir adelante. Simplemente es una víctima de las consecuencias.
Las víctimas de racismo o discriminación, sea del tipo que sea, son personas con baja autoestima, siempre piensan que todos las tratan mal, que todo es comentarios ofensivos, es que han generado un trauma que no se va a quitar a menos que vayan a terapia, se ven limitadas en la calidad de vida. No son capaces de hacer amigos, no quieren alimentarse bien, siempre tienen pensamientos negativos que hacen que tu calidad de vida no sea la mejor.
Esta situación se transmite a los hijos a tal punto que se convierte en una herencia transgeneracional; como padres víctimas de discriminación si no hemos sabido superar este trauma, no hemos llevado terapias para salir adelante lo transmitimos a los hijos de cierta forma indirecta.
Vamos a procurar que a nuestros hijos no les pase lo que de pequeños nos hicieron, sembramos temores e inseguridades en ellos. Esta herencia va pasando a sus hijos y estos a sus hijos, hasta que alguno de ellos decide cortar la cadena.
Otra de las consecuencias es la sumisión, es decir como víctima de discriminación para que ya no me vuelva a pasar, mejor trato de pasar desapercibida, como que nadie me ve, siempre estoy cohibida y cayada. Muchas veces hago lo que me digan para no meterme en problemas, vivo una vida apagada, donde mi personalidad queda nublada. Pues la gente no sabe quién soy y no me muestro como soy por miedo a que me vuelvan a lastimar.
Sin embargo, desde estas líneas de Alianza contra el racismo, queremos decirles a todas las personas que han sido víctimas de racismo, xenofobia o discriminación, que como cualquier problema siempre hay una solución aunque suene que es muy difícil; lo primero es buscar ayuda profesional, ir a terapia para enfrentar el trauma y a futuro no repercuta en tu vida; es importante normalizar la terapia, incluso cuando se sienta que en tu día todo va bien, es importante ir para que te reconfirmen que estas actuando bien.
A quienes se convierten en agresores, también les queremos recomendar que hay palabras, gestos y aptitudes que debemos entender antes de hablar, decir o hacer para no herir a otros. Pensemos en el otro, que se trata de alguien que es un ser humano y que al igual que tú te podrías ofender si te dicen un comentario discriminatorio, sino es un comentario o crítica constructiva es mejor guardársela porque no sabemos cómo una palabrita tan inofensiva puede lastimar en la vida a alguien y hacerle cambiar la percepción de las cosas por completo.
Este artículo es parte del proyecto periodístico Alto al Racismo (Stop the Hate) en California.
En pocas palabras, son conductas agresivas que dañan ya sea psicológica o físicamente, dañan también la integridad y dignidad de una persona o un grupo de personas.
La mayoría de los casos de discriminación escolar no son denunciados, simplemente se consideran como un trato desigual por nuestra condición o procedencia. Por ejemplo, en México lo padecen principalmente los escolares indígenas y los inmigrantes, especialmente los indocumentados.
En esta oportunidad queremos reflexionar acerca de las causas y el origen de esta terrible enfermedad en los escolares y en jóvenes que los hace creerse superiores a otros, por distintas condiciones sociales, económicas, físicas, religiosas y especialmente por el color de la piel.
Para el psicólogo Rubén Toro del Centro Psicológico Integra T, es importante conocer como fue el entorno del agresor, como fue su familia, como fue su desarrollo social, para entender los principales motivos que causan este tipo de violencia.
Refiere en sus estudios que el 90 % de agresores son varones, que provienen de una familia disfuncional, donde el afecto no ha existido, el padre es un agresivo o está ausente, es poco comunicativo y por otro lado la madre ha sido violentada, es sumisa o trabaja todo el día y está fuera de casa. La propia persona que agrede ha sido víctima de agresión.
DISCRIMINACIÓN ESCOLAR
En las escuelas podemos ver que todas las personas hemos sido víctimas de discriminación, ya sea en pequeña medida o en gran medida. Algunas veces es pasajera y en otras es enfermiza.
Podemos darnos cuenta que las agresiones son físicas, que son golpes, empujones o jalones y que nos lastiman. También es conocido que existen agresiones verbales frente a frente, a través de vídeos, de comentarios o cosas que te hacen llegar, tal vez se piense que no es discriminación porque no te están haciendo nada.
En la realidad escolar, también podemos ver que se excluyen a las personas por su color, estatura o condición social, se le ignora, no le incluyes en tu grupo de actividades; si alguna persona trata de iniciar una amistad o algo no se le permite y rechaza sin ninguna razón, a eso también se le conoce como discriminación o exclusión.
LAS CAUSAS
El actuar de los jóvenes, como manifiesta el psicólogo Rubén Toro, lo aprendieron en el entorno familiar; en el caso de quienes son agresores o discriminan son personas que tuvieron un pasado o que están pasando por una situación de injusticia, lo que les provoca ira en ellos mismos y se molestan mucho con la situación que les pasa.
Este tipo de personas tiene ganas de querer sacar esa injusticia, de botar todo aquello que los está lastimando ya sea de personas ajenas o de otra situación que le causa algún conflicto. La mejor manera de expresarlo es haciendo sentir mal a otros.
Este tipo de conductas son provocadas cuando en casa los padres se agreden ellos mismos, alguno de los dos es alcohólico, hay violencia interfamiliar o cualquier otro problema en la familia; este niño o niña va a la escuela y entonces exterioriza sus problemas de casa agrediendo a otros niños, reflejando las conductas que sus padres tienen en casa. Siempre buscan hacer sentir menos y débiles a otros.
El racismo, la discriminación o xenofobia también suele ser causada por un tipo de ideología o pensamiento, creencia o conducta que se tiene muy arraigada en las familias y que defienden mucho. Las personas se olvidan del respeto y la tolerancia, imponen su pensamiento como algo correcto. No se acepta que otra persona piense diferente, lo que no quiere decir que esté mal y que merezca ser discriminada, simplemente son diferencias de opiniones.
Otra de las causas que hace que los jóvenes discriminen a otros, es el miedo que a veces nos hace actuar sin pensarlo; por lo general cuando dejamos de ser el centro de la atención de otros escolares porque llegó una persona con mejores cualidades, empezamos a luchar para no perder la atención y el cariño de los demás buscando algún defecto o alguna debilidad para que esa persona no me quite mi lugar.
Esta situación es el reflejo de falta de autoestima, la persona no se siente amada y valorada por sus padres o las personas más cercanas, por eso busca forzadamente esta necesidad de estar rodeado de gente que lo haga sentir el centro de atención, porque al llegar otra persona nueva se siente amenazada de perder su lugar.
CONSECUENCIAS
Es bueno recordar que las personas que sufren o han sufrido discriminación también son víctimas de sí mismo e influyen en sus hijos, quienes en muchas ocasiones no son capaces de auto defenderse.
Una persona que sufre discriminación, no se defiende y no hace nada porque es una persona insegura, es una persona que se deja maltratar por otros, es una persona que no tiene amor propio, que no se quiere. Esto no significa que la tengamos que dejar abandonada y sola, sino por el contrario podemos ayudarla a salir adelante. Simplemente es una víctima de las consecuencias.
Las víctimas de racismo o discriminación, sea del tipo que sea, son personas con baja autoestima, siempre piensan que todos las tratan mal, que todo es comentarios ofensivos, es que han generado un trauma que no se va a quitar a menos que vayan a terapia, se ven limitadas en la calidad de vida. No son capaces de hacer amigos, no quieren alimentarse bien, siempre tienen pensamientos negativos que hacen que tu calidad de vida no sea la mejor.
Esta situación se transmite a los hijos a tal punto que se convierte en una herencia transgeneracional; como padres víctimas de discriminación si no hemos sabido superar este trauma, no hemos llevado terapias para salir adelante lo transmitimos a los hijos de cierta forma indirecta.
Vamos a procurar que a nuestros hijos no les pase lo que de pequeños nos hicieron, sembramos temores e inseguridades en ellos. Esta herencia va pasando a sus hijos y estos a sus hijos, hasta que alguno de ellos decide cortar la cadena.
Otra de las consecuencias es la sumisión, es decir como víctima de discriminación para que ya no me vuelva a pasar, mejor trato de pasar desapercibida, como que nadie me ve, siempre estoy cohibida y cayada. Muchas veces hago lo que me digan para no meterme en problemas, vivo una vida apagada, donde mi personalidad queda nublada. Pues la gente no sabe quién soy y no me muestro como soy por miedo a que me vuelvan a lastimar.
Sin embargo, desde estas líneas de Alianza contra el racismo, queremos decirles a todas las personas que han sido víctimas de racismo, xenofobia o discriminación, que como cualquier problema siempre hay una solución aunque suene que es muy difícil; lo primero es buscar ayuda profesional, ir a terapia para enfrentar el trauma y a futuro no repercuta en tu vida; es importante normalizar la terapia, incluso cuando se sienta que en tu día todo va bien, es importante ir para que te reconfirmen que estas actuando bien.
A quienes se convierten en agresores, también les queremos recomendar que hay palabras, gestos y aptitudes que debemos entender antes de hablar, decir o hacer para no herir a otros. Pensemos en el otro, que se trata de alguien que es un ser humano y que al igual que tú te podrías ofender si te dicen un comentario discriminatorio, sino es un comentario o crítica constructiva es mejor guardársela porque no sabemos cómo una palabrita tan inofensiva puede lastimar en la vida a alguien y hacerle cambiar la percepción de las cosas por completo.
Este artículo es parte del proyecto periodístico Alto al Racismo (Stop the Hate) en California.