Por Carmen Palacios, Especial para el Pique News, Fresno, Central Valley Las leyes federales y estatales en Estados Unidos restringen el acceso a armas de fuego para personas sujetas a órdenes de restricción por violencia doméstica, pero la efectividad de estas leyes depende de una implementación adecuada y de la cooperación entre diversas agencias y jurisdicciones. | Lisbet Pérez, sobreviviente de violencia doméstica, es actualmente directora de VOICES y coordinadora de atención en One Safe Place. |
Recientemente, la Corte Suprema de Estados Unidos ratificó la ley que prohíbe portar armas a las personas que hayan cometido el crimen de violencia doméstica, una medida que ha sido felicitada por los líderes comunitarios y defensores de las víctimas y sobrevivientes de estas agresiones.
CASOS DE SOBREVIVIENTES
Muchos ejemplos de víctimas de violencia doméstica subrayan la importancia de que existan leyes que protejan a estas personas. Como el caso de Elvira, una miembro de Líderes Campesinas, quien fue baleada en la pierna por su esposo.
Precisamente para evitar estos lamentables casos como el mencionado, existe la necesidad de seguir trabajando en pro de la justicia y la protección de las víctimas de violencia doméstica.
Lisbet Pérez es directora de VOICES y coordinadora de atención en One Safe Place, Centro de Justicia Familiar del Condado Norte de San Diego. Durante su entrevista con la periodista Rossana Drumond de Alianza News, considera que la eliminación de armas en personas peligrosas es un gran logro, muchas veces los agresores usan estas armas para amenazar y, en los peores casos, asesinar a sus víctimas.
“Desafortunadamente hay muchas personas, especialmente en nuestra comunidad latina inmigrante, donde a menudo no se cree que una persona que dice amarte y quererte pueda llegar a matar, pero desafortunadamente sí pasa”, comentó.
Agregó que desarmar a estos individuos no solo protege a las víctimas de abuso, sino también a toda la comunidad, ya que los agresores pueden amenazar a cualquier persona que se acerque para defender a una víctima.
De allí que es importante no bajar la guardia y continuar promoviendo leyes y recomendaciones que defiendan la integridad de todas las personas, especialmente aquellas que muchas veces no tienen voz.
SU EXPERIENCIA
Lisbet Pérez, quien también es una gran defensora de los sobrevivientes de violencia doméstica a quienes ayuda a empoderarse, recuerda su propia experiencia como madre joven inmigrante que superó todas estas agresiones. Relata que entre los años 2009-2010 decidió dejar a su agresor, el padre de sus tres hijos. Una persona que traficaba con armas de fuego, lo que aumentaba el peligro en el hogar. Pese a los miedos y la falta de conversación sobre la violencia doméstica en su comunidad y familia, decidió reportar a su agresor a las autoridades.
“La simple presencia de armas en el hogar era una gran amenaza. Aunque él no mencionaba nada, de todos modos, el hecho de que estén allí era una amenaza. Entonces llegó el punto donde yo tenía que decidir entre mi seguridad y la de mis hijos; salirme de esta situación que era muy peligroso y la única otra opción era reportarlo con las autoridades y arriesgarme a que me deporten porque en esas fechas era indocumentada”, recordó.
Pese al miedo que sentía, Lisbet Pérez, reportó a su agresor a las autoridades. Para su sorpresa, no fue deportada ni les quitaron a sus hijos; en cambio, recibió protección, ayuda para obtener una orden de restricción, y acceso a recursos para mantenerse segura junto a sus hijos.
En ese sentido, Lisbet Pérez, valoró esta gran oportunidad en la vida y se dedica a ayudar a las inmigrantes, especialmente a las que están indocumentadas, enseñándoles cómo pueden liberarse de estos abusos y denunciar a su agresor sin tener miedo a la policía o a migraciones.
La directora de VOICES enfatiza la importancia de buscar ayuda profesional para elaborar un plan de seguridad si se está en una situación de violencia doméstica. Aunque amigos y familiares quieran ayudar, los profesionales de organizaciones sin fines de lucro están mejor capacitados para ofrecer apoyo y orientación.
“Es crucial tomar decisiones informadas, ya sea reportando a las autoridades o no. En casos de emergencia, se debe llamar al 911. Recordar que, en California, las víctimas de violencia doméstica indocumentadas no son deportadas. Por eso les recomiendo buscar información profesional y usar recursos disponibles, como redes sociales y teléfonos, para obtener la mejor asistencia posible”, mencionó.
RECOMENDACIONES
Ante la pregunta ¿cómo se podría acabar con la violencia doméstica?, Pérez reconoce que el abuso doméstico se puede terminar con la prevención y la sanación. Como sobreviviente de este tipo de violencia dijo que es necesario trabajar en nuestra sanación y en la de nuestros hijos, porque el abuso impacta terriblemente en la salud mental y emocional de ellos.
“Todo ese trauma les afecta en el futuro, y si no se sana, lo más probable es que nuestros hijos que han estado en esas situaciones puedan repetir el ciclo de abuso, ya sea como víctimas o agresores”, afirmó.
Finalmente, como coordinadora de atención en One Safe Place, invitó a todas las organizaciones defensoras de las mujeres a continuar educando e informando a todas las personas que la violencia puede terminar, y que el final de una relación abusiva no es el fin de sus vidas, sino el fin de una etapa de sufrimiento y peligro, para comenzar algo nuevo y mejor.
Este artículo forma parte de un proyecto periodístico sobre la violencia doméstica en la comunidad latina y cuenta con el respaldo y generosidad de Blue Shield of California Foundation.
Muchos ejemplos de víctimas de violencia doméstica subrayan la importancia de que existan leyes que protejan a estas personas. Como el caso de Elvira, una miembro de Líderes Campesinas, quien fue baleada en la pierna por su esposo.
Precisamente para evitar estos lamentables casos como el mencionado, existe la necesidad de seguir trabajando en pro de la justicia y la protección de las víctimas de violencia doméstica.
Lisbet Pérez es directora de VOICES y coordinadora de atención en One Safe Place, Centro de Justicia Familiar del Condado Norte de San Diego. Durante su entrevista con la periodista Rossana Drumond de Alianza News, considera que la eliminación de armas en personas peligrosas es un gran logro, muchas veces los agresores usan estas armas para amenazar y, en los peores casos, asesinar a sus víctimas.
“Desafortunadamente hay muchas personas, especialmente en nuestra comunidad latina inmigrante, donde a menudo no se cree que una persona que dice amarte y quererte pueda llegar a matar, pero desafortunadamente sí pasa”, comentó.
Agregó que desarmar a estos individuos no solo protege a las víctimas de abuso, sino también a toda la comunidad, ya que los agresores pueden amenazar a cualquier persona que se acerque para defender a una víctima.
De allí que es importante no bajar la guardia y continuar promoviendo leyes y recomendaciones que defiendan la integridad de todas las personas, especialmente aquellas que muchas veces no tienen voz.
SU EXPERIENCIA
Lisbet Pérez, quien también es una gran defensora de los sobrevivientes de violencia doméstica a quienes ayuda a empoderarse, recuerda su propia experiencia como madre joven inmigrante que superó todas estas agresiones. Relata que entre los años 2009-2010 decidió dejar a su agresor, el padre de sus tres hijos. Una persona que traficaba con armas de fuego, lo que aumentaba el peligro en el hogar. Pese a los miedos y la falta de conversación sobre la violencia doméstica en su comunidad y familia, decidió reportar a su agresor a las autoridades.
“La simple presencia de armas en el hogar era una gran amenaza. Aunque él no mencionaba nada, de todos modos, el hecho de que estén allí era una amenaza. Entonces llegó el punto donde yo tenía que decidir entre mi seguridad y la de mis hijos; salirme de esta situación que era muy peligroso y la única otra opción era reportarlo con las autoridades y arriesgarme a que me deporten porque en esas fechas era indocumentada”, recordó.
Pese al miedo que sentía, Lisbet Pérez, reportó a su agresor a las autoridades. Para su sorpresa, no fue deportada ni les quitaron a sus hijos; en cambio, recibió protección, ayuda para obtener una orden de restricción, y acceso a recursos para mantenerse segura junto a sus hijos.
En ese sentido, Lisbet Pérez, valoró esta gran oportunidad en la vida y se dedica a ayudar a las inmigrantes, especialmente a las que están indocumentadas, enseñándoles cómo pueden liberarse de estos abusos y denunciar a su agresor sin tener miedo a la policía o a migraciones.
La directora de VOICES enfatiza la importancia de buscar ayuda profesional para elaborar un plan de seguridad si se está en una situación de violencia doméstica. Aunque amigos y familiares quieran ayudar, los profesionales de organizaciones sin fines de lucro están mejor capacitados para ofrecer apoyo y orientación.
“Es crucial tomar decisiones informadas, ya sea reportando a las autoridades o no. En casos de emergencia, se debe llamar al 911. Recordar que, en California, las víctimas de violencia doméstica indocumentadas no son deportadas. Por eso les recomiendo buscar información profesional y usar recursos disponibles, como redes sociales y teléfonos, para obtener la mejor asistencia posible”, mencionó.
RECOMENDACIONES
Ante la pregunta ¿cómo se podría acabar con la violencia doméstica?, Pérez reconoce que el abuso doméstico se puede terminar con la prevención y la sanación. Como sobreviviente de este tipo de violencia dijo que es necesario trabajar en nuestra sanación y en la de nuestros hijos, porque el abuso impacta terriblemente en la salud mental y emocional de ellos.
“Todo ese trauma les afecta en el futuro, y si no se sana, lo más probable es que nuestros hijos que han estado en esas situaciones puedan repetir el ciclo de abuso, ya sea como víctimas o agresores”, afirmó.
Finalmente, como coordinadora de atención en One Safe Place, invitó a todas las organizaciones defensoras de las mujeres a continuar educando e informando a todas las personas que la violencia puede terminar, y que el final de una relación abusiva no es el fin de sus vidas, sino el fin de una etapa de sufrimiento y peligro, para comenzar algo nuevo y mejor.
Este artículo forma parte de un proyecto periodístico sobre la violencia doméstica en la comunidad latina y cuenta con el respaldo y generosidad de Blue Shield of California Foundation.